El narrador es el propio escritor
de la crónica. Es el cronista y regresa al pueblo 27 años después para intentar
recomponerlo. Para recomponer la historia utiliza el informe jurídico: “El juez
instructor lo dibujó en el sumario” y el testimonio de numerosos testigos: “A
Clotilde Armenta le parecía.”
En este fragmento el narrador se
sirve de lo que sabe o recuerda de la historia. Él se distancia de la
objetividad característica del diálogo utilizando la tercera persona: “estaban”
y “cometió”. Además, aparece el uso del estilo indirecto, con el fin de dar voz
a otros personajes: “A Clotilde Armenta le parecía imposible que no se supiera
en la casa de enfrente.”
En esta parte de la crónica queda
claro que es una narración porque el autor narra cómo los hermanos Vicarios
volvían al lugar del crimen con sus armas para realizar su venganza contra
Santiago Nasar por la deshonra de Angela Vicario: “Clotilde Armenta no había
acabado de vender la leche cuando volvieron los hermanos Vicario con otros dos
cuchillos envueltos en periódicos.”
Este fragmento y a su vez toda la
obra es una muestra de la perspectiva múltiple presente en la crónica,
provocando un continuo entrecruzamiento de puntos de vista. Este enfoque se
compara con el cubismo en pintura. Aunque haya una gran variedad de puntos de
vista el principal es el del narrador.
En cuanto al tiempo y al espacio
conocemos que fue en Sucre (Colombia) el 22 de enero de 1951. Esto lo sabemos gracias
al autor y a la prensa. En la crónica se omite el año, pero se detalla con
precisión el momento y las circunstancias que rodean al asesinato: “Después de
las cuatro”. Esta y otras precisiones las da el cronista 27 años después cuando
regresa al pueblo. Durante la obra el autor varía repetitivamente el tiempo,
provocando anticipos o haciendo retroceder el tiempo generando en muchos casos
una simultaneidad de elementos.
García Márquez se arraiga de nuevo
a la geografía colombiana, puesto que, el reencuentro con este territorio le
genera un sentimiento nostálgico. La casa de Santiago Nasar adquiere un gran
valor simbólico durante la obra: “Pensaba que Santiago Nasar no estaba allí,
pues no había visto encenderse la luz del dormitorio.”
El pueblo es el marco de la boda y
el crimen. Aparece un ambiente que contrasta el realismo cotidiano con la
excesiva hiperbolización de la comida o de la tristeza de María Alejandrina
Cervantes. El paisaje apenas aparece detallado.
Saúl Martínez Gutiérrez