12/31/2019

COMENTARIO DE BERNARDA

Echad una ojeada a esta propuesta de comentario del mismo fragmento.  


ESTILO DE LA OBRA

En este fragmento de la obra de La Casa de Bernarda de Alba, refiriéndonos a su estilo podemos encontrar las siguientes características.
Su teatro posee una dimensión humana (hasta desgarrada) y otra estética (poética); une realidad y poesía. Con el paso del tiempo crece en Lorca la idea de un teatro didáctico y también el enfoque social de la época. La Casa de Bernarda de Alba es su última obra, en esta no hay personajes sobrenaturales ni coros que subrayen la acción. Tan solo hay verso en dos canciones fragmentarias. El realismo del lenguaje y ciertas expresiones cómicas serían rasgos propios del drama. Sin embargo, por la esencial impresión de necesidad de catástrofe, de lo inexorable de la frustración (“Ya es tarde.”) hablaríamos de tragedia. Es un drama andaluz altamente poético, aunque no emplea versos; no es de intención poética sino de intención artística.
En cuanto a los símbolos, el agua se manifiesta de manera muy especial en la obra y constituye una parte integral y poética. No hay color en esta obra, solo hay blancos y negros. El blanco y negro, es una perfecta estilización no realista de Andalucía: muros blancos; vestidos negros. El patio que hay blanquear después de que se marchen los hombres que lo han ensuciado. El vestido verde de Adela “de estas habitaciones” que solo puede teñirse de negro. La blancura que Adela no quiere perder dentro “de estas habitaciones” que también son blancas. (“Por encima de mi madre saltaría para apagarme este fuego que tengo levantado por piernas y boca”).
Los únicos colores que aparecen en la obra son el abanico de colores de Adela que rechaza su madre como impropio, el vestido verde de la ilusión también frustrada de Adela.
En cuanto al lenguaje dramático los personajes hablan, gritan, lloran y desesperan, solo que no lo hacen en verso (“Porque yo puedo dar voces, encender luces y hacer que toquen las campanas”, “¡Velo! Para que las gentes no escupan al pasar por estas puertas”). A través del lenguaje se consigue la individualización de los personajes, el diálogo está perfectamente fundido con la acción, sin que haya en él nada que sobre o que falte, lo que se deja dicho y lo que se sugiere son carne y hueso de la tragedia. (“Nadie podrá evitar que suceda lo que tiene que suceder”).
El lenguaje de la Casa de Bernarda Alba es el lenguaje andaluz llevado muchas veces a su esencia. El problema reside en el hecho de que el andaluz no emplea frecuentemente un lenguaje realista (“Como una vieja marrana”) y además presume de ello, son muy populares las hipérboles con valor metafórico: “encender luces y hacer que toquen las campanas”, piropos u obscenidades
Cada frase va cargada de sentidos dobles y sugerencias irónicas (“Mira a ver si puedes agarrar la liebre con tus manos”).
En cada acto hay un comienzo realista que se efectúa a base de emplear lenguaje muy natural y cotidiano, pero este lenguaje realista se abandona después para convertirse en lenguaje cargado de valores dramáticos. Al comienzo de cada acto se puede trazar este cambio que sufre el lenguaje, lento y gradual en el primer acto, más rápido en el segundo y muy rápido en el tercero, donde el lenguaje realista se abandona casi en el principio.
Los tres actos de la obra son como tres olas, cada una de mayor tamaño y volumen. Cada una irá creciendo hasta su rompimiento al final de cada acto y dicho rompimiento es un maremoto cuya inundación expresa Bernarda en su último parlamento.
Carlota Gómez


TÉCNICA DRAMÁTICA

Este fragmento pertenece a la obra: La casa de Bernarda Alba, es una obra teatral dividida en tres actos, escrita por Federico García Lorca en 1936 y publicada en 1945. El elemento central de su obra es la frustración representada mediante escenas trágicas.
El espacio dramático de este fragmento está compuesto por los diferentes lugares donde se desarrolla la acción. La acción se desarrolla en la casa de Bernarda, más concretamente en una habitación del interior: “En vez de limpiar la casa”, la cual se caracteriza por unos muros gruesos y blancos con matices de luz, esto simboliza pureza, la cual va disminuyendo a medida que discurre la obra, pasando de unas paredes blanquísimas a unas ligeramente azuladas. Durante toda la obra, comparan la casa como un infierno: “¡Velo! Para que las gentes no escupan al pasar por esta puerta.” En esta época lo más importante era la opinión social por lo que Adela no quería por nada en el mundo, que La Poncia contara su romance con Pepe (el prometido de su hermana), por lo que esta obra es un constante mundo del silencio y la ocultación, y ante su desesperación Adela recurre a la amenaza: “¿Qué puedes decir de mí? ¿Que me encierro en mi cuarto y no abro la puerta?”. En el espacio cerrado donde ocurre la acción hay puertas y ventanas que es por donde llegan los ruidos, sonidos y noticias en todas las casas, por lo que aprovecha La Poncia para dar a conocer el secreto de Adela: “Porque yo puedo dar voces, encender luces y hacer que toquen las campanas”. Toda esta acción es un drama dialogado, cargado de alusiones: “ADELA. Trae cuatro mil bengalas amarillas”.

El tiempo interno, vivido por los personajes está lleno de recuerdos y urgencias: “Es inútil tu consejo. Ya es tarde” por lo que son escenas cargadas de tensión: “No me desafíes, Adela, no me desafíes” y por otro lado, encontramos el tiempo externo, la época donde suceden los acontecimientos: “Nadie podrá evitar que suceda lo que tiene que suceder”. El tiempo externo se concreta en los años 30, momentos previos al inicio de la Guerra Civil.
Claudia Zárraga Ruiz

12/27/2019


TEMAS       BERNARDA ALBA
La temática profunda de las obras teatrales de Lorca asombra por su unidad, siendo uno de los elementos centrales de su obra la frustración (“¿Qué puedes decir de mí?), esta frustración se proyecta en el plano histórico, en el metafísico, en el social y en el plano transcendental. En plano social posee un fuerte componente moral (“No me desafíes”).
El amor forma parte de un componente capital, Lorca no es poeta de odios. El sexo es sentido como energía impetuosa, de expansión fatal reflejando el deseo de Adela hacia Pepe el Romano (“apagarme este fuego que tengo levantado por piernas y boca”). Adela encuentra gran cantidad de obstáculos amorosos y sexuales, debido a su amor hacia Pepe el Romano, lo que conduce de nuevo a la frustración.                                                         
 Otro de los temas, es la oposición entre el principio de autoridad y de la libertad (“Nadie podrá evitar que suceda lo que tiene que suceder”). Frente al autoritarismo y la represión representados por Bernarda, las hijas encarnarán una gama de actitudes que van de la más pasiva sumisión, frustrante, a la rebeldía más abierta imposible (“Por encima de mi madre saltaría”), Adela expresa su rebeldía hacía La Poncia debido a las amenazas de esta misma, sobre contar su historia de amor con Pepe el Romano (“Mira a ver si puedes agarrar la liebre con tus manos”). Por último, abunda el tema del ¿Qué dirán?, y las apariencias: ("¡Velo! Para que las gentes no escupan al pasar por esta puerta") , justificando la preocupación que se tenía por lo que pensaran los demás sobre uno/a. Aquí es la Poncia la supuesta guardiana de la dignidad de la familia, papel que habitualmente desempeña Bernarda de manera obsesiva.
Zaira    Belén

12/26/2019


PERSONAJES
El personaje ausente es el hombre. En este fragmento solo aparecen mujeres, como en el resto de la obra. Teniendo una disputa sobre los comportamientos alocados de una de las partes (Adela) contra la autoridad y experiencia de la otra parte (Poncia, la criada).
Los personajes de este fragmento son Adela y la Poncia, personajes que no encarnan ni el bien ni el mal, no son personajes simbólicos, son específicos
La Poncia: tiene sesenta años. Su nombre proviene de Poncio Pilatos, es una vieja criada que interviene en los conflictos, hace advertencias, da consejos: “porque yo puedo dar voces encender luces y hacer que toquen las campanas”. Hasta tutea a Bernarda. Asume su condición de criada pero con mucho odio, destaca el sabor la riqueza y la creación de su habla.
Todas las hijas viven entre la reclusión impuesta y el deseo del mundo exterior. Todas están más o menos obsesionadas con lo erótico. Estos anhelos eróticos pueden ir unidos, o no, a la idea del matrimonio, único cauce permitido para salir de aquel encierro. Sus actitudes van de la sumisión a la rebeldía.
Adela: tiene 20 años es la más joven de las hijas de Bernarda, su nombre significa “de naturaleza noble”. Es hermosa y apasionada, su fuerza y su pasión la hacen prorrumpir en exclamaciones escandalosas: “por encima de mi madre saltaría para apagarme este fuego que tengo levantado por piernas y boca”. Su momento culminante en la obra es cuando rompe el bastón de su madre claramente simbólico. Adela es la que más gusta representa la única posibilidad de amor que vemos en la obra. Rompe con su rebelión las normas establecidas de su sociedad y lo hace sabiendo perfectamente lo que significa. No es una heroína, su propia rebelión la llega a espantar. La causa de su muerte no es su rebelión sino la mentira perversa de Martirio que le convence de que la única razón de su vida ya no existe. Es una pobre joven que muere víctima de unas circunstancias determinadas. El conflicto entre Bernarda y Adela es universal. La lucha entre la ley individual anárquica manifestada sobre todo en la sexualidad de Adela y la necesidad de Bernarda (en este fragmento es Poncia) de reprimir esa individualidad no puede ser más universalmente humana.
Claudia Calderón

“El significado de Europa” 

Actitud e intencionalidad de la autora. Justificando con los elementos lingüísticos más relevantes del texto.  
En este texto periodístico podemos observar que el autor presenta una actitud objetiva al transmitirnos desde varias posturas como cada generación vive en algún momento el cambio de dignificado de las palabras (“El filósofo francés Emmanuel Levinas señala que, cuando se pronuncia una palabra, resuenan en ella todos los contextos donde se mezcló (Parole et silenceGrasset)”), donde se hace empleo de esta objetividad a través del uso del modo indicativo (“y así continuó durante la Transición”), de la poca presencia de la primera persona y abundancia de la tercera (“ayudaron”),  el uso de adjetivos descriptivos no valorativos (“comunes”) o relacionales (“estadounidense”) y el empleo de pasivas(“ fue dejando”). Con la presencia de esta actitud objetiva también podemos apreciar como la intención del autor es informar, a través de la función representativa (“Cada generación ha vivido algunos de esos procesos”) de cómo actualmente el significado de la palabra “Europa” ha ido cambiando a lo largo del tiempo, y nos la muestra a través del empleo de un léxico denotativo (“presidente”), el empleo de la tercera persona (“ha vivido”), la poca presencia de adjetivos valorativos como hemos demostrado anteriormente y el uso de oraciones enunciativas (“Pero quizá […] Europa es la casa del vecino”); además el autor hace empleo del criterio de autoridad para reforzar esta objetividad, ya que nos informa acerca de lo que piensa cierta gente de prestigio social (“Charles L. Stevenson escribió a su vez que “si un signo sugiere algo con persistencia, esa sugerencia se convierte en connotación”"). 
Pero esta actitud objetiva se emplea para encubrir la subjetividad del texto, como muestra de que el autor quiere dar como evidente o mayoritariamente compartida su opinión, a través de la preocupación que siente por la situación actual en la que los españoles no sentimos ese sentimiento europeo (“Por eso oímos “Europa nos prohíbe”, “Europa nos impone”, “lo que nos dice Europa”.”). Esta subjetividad se manifiesta a través del empleo de adjetivos valorativos (“vieja”) y un empleo del modo subjuntivo manifestando como probable algo que ya es real (“aunque participemos”). Al aparecer esta actitud del autor podemos apreciar como su intencionalidad también es la de hacer reflexionar, expresar sus emociones y convencer al lector, haciendo empleo de la función apelativa para involucrar al lector (“Nos salimos mentalmente de Europa a cada rato”) y de la función expresiva (“sin darnos cuenta […] qué hacen nuestros representantes en Bruselas o Estrasburgo”), de cómo hoy en día los españoles no presentamos un auténtico sentimiento europeo. Entre los rasgos característicos de la función apelativa encontramos el empleo del modo subjuntivo y de adjetivos valorativos, ambos citados anteriormente; y entre los rasgos característicos de la función expresiva encontramos el empleo de la primera persona (“hemos decidido”). Para remarcar esta intención de convencer al lector, el autor emplea una conclusión a modo de tesis del texto, para mostrar el contraste entre el uso de la primera y tercera persona, para hacer una comparación del problema actual (“No sería lo mismo decir “Europa ha decidido” que “en Europa hemos decidido” o “en Europa hemos consentido”.”) 
Marina Ceballos 

12/04/2019

FUNCIONES LINGÜÍSTICAS 

Las funciones lingüísticas más relevantes del texto son: la función apelativa, esta aparece porque se centra en el receptor, reclamando su respuesta, Adela intentando convencer a La Poncia de que no la importa nada de lo que diga y La Poncia más astuta y sabia amenazándola con contar su aventura. Está impregnado de sutiles recursos apelativos. Esta es la función de la pregunta y el mandato: “¿Qué puedes decir de mí?”, “No me desafíes”, utiliza recursos lingüísticos como vocativos: “No me desafíes, Adela, no me desafíes¨, también utiliza el modo imperativo propio de esta función: “Trae cuatro mil bengalas amarillas¨ y oraciones interrogativas como: “¿Qué puedes decir de mí?” además de preguntas retoricas: “¿Que no duermo?, los espectadores sabemos que La Poncia no tiene ninguna prueba sobre sus propias afirmaciones, solo sospechas. 

Encontramos también la función expresiva, los dos personajes están expresando, Adela, sus miedos aunque ocultos y La Poncia sus ganas de contar la verdad sobre la aventura de Adela, está orientada al emisor, permite inferir la subjetividad ya que transmite el estado emocional y la actitud de los personajes, en sus rasgos predominan: El estado de énfasis: “¡Velo!”, la alteración del orden habitual de las palabras, utilizando el hipérbaton: “Es inútil tu consejo”, utiliza términos connotativos: “Este fuego que tengo” y el modo subjuntivo con valor hipotético: ¨Que suceda¨, encontramos adjetivos valorativos como: ¨marrana¨ en los que se aprecia en Adela su desahogo y su miedo a que se descubra la verdad. 

Por último, se aprecia la función poética. El autor se ha preocupado de la forma del mensaje para llamar la atención de los lectores / espectadores sobre él, con la intención de entretenerlos. Utiliza recursos estilísticos como metáforas y podemos encontrar estas: “Este fuego que tengo levantado por piernas y boca” ese fuego representa su pasión y la fuerza sexual que la une a su amante, otra metáfora: “Yo puedo dar voces, encender las luces y hacer que toquen las campanas” en esta, La Poncia da a entender que contará el secreto de Adela a todo el pueblo. 

Al tratarse de un texto literario el autor se preocupa por la forma del mensaje utilizando la función poética, en las obras de Lorca la temática profunda asombra por su unidad y no es distante de la de su poesía, además se trata de una obra de teatro en la que la función principal es la apelativa por la influencia que tiene la obra sobre el receptor y como utiliza como tema principal la frustración, la autoridad y la propia libertad que desea Adela, ella es una joven hermosa y apasionada que vive de manera intensa su romance, nos encontramos también la función expresiva propia de una obra teatral, en la que se aprecia un lenguaje culto y en ocasiones vulgar y las frases cargadas de sentidos dobles, de sugerencias irónicas y simbolismo puro. 
Sara Serna