5/30/2011

   El sábado 18 de junio de 2011 todos los centros del Instituto Cervantes abrirán nuevamente sus puertas para sumarse a esta fiesta que comenzará con la ya tradicional «Lluvia de palabras» inundando las calles de las ciudades para dar inicio a una jornada repleta de actividades.

Entérate de qué es el día E








4/18/2011

 El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha,
entérate de cómo empieza la obra más importante de la literatura en lengua española.

23 DE ABRIL DÍA DEL LIBRO,
celébralo leyendo.

2/20/2011

Los personajes en La casa de Bernarda Alba

No hay duda de que la obra contiene crítica social, Bernarda es estrictamente tradicional e intolerante hasta el máximo” ¡Esa es la cama de las mal nacidas!”, pero no representa a España. Sólo es una mujer desgraciada cuya razón de ser es el odio y la represión que le impone a otros. Si algo no se realiza a su gusto exagera los hechos para destacar el fallo cometido. “¡Qué pobreza la mía no tener un rayo entre los dedos!” Las mujeres del pueblo la tienen miedo. Su debilidad consiste en su incapacidad para comprender y aceptar todo lo que no sea la moralidad del pueblo y tomar sus deseos por realidades.
Es un ser malévolo, pero no porque trate de usurpar una autoridad que no es suya, sino en su manera de emplear su propia autoridad. Tras la muerte de su marido, ella asume el mando, lo que resulta un continuo conflicto entre autoridad y libertad. Bernarda es el personaje de la autoridad. Su nombre significa “fuerza de oso”. Representa las convecciones morales y sociales más añejas, la mentalidad tradicional del ¿Qué dirán?, apariencia, buena fachada aunque no se corresponda con la realidad, oposición a los impulsos eróticos, la decencia, la honra, la obsesión por la virginidad, la concepción tradicional del papel de la mujer frente al hombre, etc. Su lenguaje está plagado de órdenes y prohibiciones.
Todas las hijas viven entre la reclusión impuesta y el deseo del mundo exterior. Todas están más o menos obsesionadas con lo erótico, estos anhelos pueden ir unidos, o no, a la idea del matrimonio, único cauce permitido para salir de aquel encierro. Sus actitudes van desde la sumisión más cerrada como Martirio,  a la rebeldía más abierta, como Adela.
Adela se encuentra al lado de la individualidad y la ley natural. Tiene 20 años, es la más joven de las hijas de Bernarda, su nombre significa: “ de naturaleza noble”. Es hermosa y apasionada. Su fuerza y su pasión la hacen prorrumpir en exclamaciones escandalosas: ¡Aquí se acabaron las voces de presidio!”,”No dé usted un paso más”,  en desafío abierto a la moral establecida por Bernarda. Está dispuesta a convertirse en la querida de Pepe el Romano. “¡En mí no manda nadie más que Pepe!”Adela es la que más gusta, representa la única posibilidad de amor que vemos en la obra, pero tampoco está exenta de culpabilidad. Rompe con su rebelión las normas establecidas por su sociedad y lo hace sabiendo perfectamente lo que significa. “Todo el pueblo contra mí, quemándome con sus dedos de lumbre, perseguida por las que dicen que son decentes”. No es una heroína, ya que su propia rebelión la lleva a la perdición. La causa de su muerte no es su rebelión, sino la mentira de Martirio, que la convence de que su única razón de vida ya no existe. Es una pobre joven que muere víctima de unas circunstancias determinadas.
Martirio tiene 24 años, pudo haberse casado si su madre no se hubiese entrometido. Enferma, depresiva y pesimista hace honor a su nombre. Su pasión la lleva hasta la vileza. Tiene celos de su hermana, “ Eso no pasará mientras yo tenga una gota de sangre en el cuerpo”, por eso no puede soportar la idea de que ella sea feliz junto a Pepe el Romano, por eso intenta evitar a toda costa el encuentro con este personaje, que lo podemos apreciar en el texto: “(Se oye un silbido y Adela corre a la puerta, pero Martirio se le pone delante.)”
El nombre de Magdalena hace alusión a su llanto. Tiene 30 años. Da muestras de sumisión pero sorprende con amargas protestas. Hubiera preferido ser hombre, ya que ha abandonado la idea de casarse.
Amelia tiene 27 años, su nombre significa “sin miel”. Es el personaje más desfigurado, apenas interviene en momentos importantes: resignada, medrosa y tímida.
Angustias tiene 39 años y es la hija de su primer matrimonio. Es heredera de una fortuna considerable que no tarda en atraer a Pepe el Romano pese a su edad y su falta de encanto, ha perdido la pasión y la ilusión. “Vamos a dejar que se case con Angustias”.
La primera escena de la Poncia y la criada es una escena clásica entre criadas para la  exposición. Su nombre nos recuerda al de Poncio Pilatos, tiene la misma edad que Bernarda y ha pasado la mayor parte de su vida sirviéndola. Cuando Bernarda aparece ya la hemos empezado a odiar por lo que ha dicho la Poncia. Cuando entra y dice su primera palabra tenemos una concepción de ella cuidadosamente preparada. Poncia es una vieja criada que interviene en las conversaciones, en los conflictos, hace advertencias, da consejos y hasta tutea a Bernarda.
Ésta le recuerda la distancia que las separa y Poncia asume su condición llena de odio contenido. Su lenguaje es sobre todo realista. Habla con las hijas de Bernarda de modo abierto y descarado, con una sabiduría rústica que incita. Destaca el sabor, la riqueza y la creación de su habla.
El personaje ausente es el hombre. La llamada del sexo se nos hace presente sobre todo en Pepe el Romano de 25 años. Representado algo donjuanesco, de supervirilidad que las conquista, y con el cual tiene un romance Adela: “ Ya no aguanto el horror de estos techos después de haber probado el sabor de sus labios”, aunque se casará con Angustias.
María Josefa ( María + José ), Es la abuela. En sus palabras se mezcla locura y verdad. Agranda los problemas centrales, la frustración de las mujeres, el anhelo de matrimonio y de maternidad, el ansia de libertad, de espacios abiertos.
El esposo de Bernarda apenas deja memoria en sus familiares, en boca de la criada era un tipo aprovechado y sensual. La agobiante presencia de lo viril se resume simbólicamente en el caballo garañón que busca a coces contra las puertas, las potras que le han alejado. La privación es causa de apetito y en este vacío anheloso, agravado por la represión, la llamada exterior resulta más apremiante.
 Elaborado por Andrea Tejido

2/16/2011

Nada, técnica narrativa

            Al día siguiente fue Ena la que me rehuyó en la Universidad. Me había acostumbrado tanto a estar con ella entre clase y clase que estaba desorientada y no sabía qué hacer. A última hora se acercó a mí.
-No vengas esta tarde a casa, Andrea. Tendré que salir… Lo mejor es que no vengas estos días hasta que yo te avise. Yo te avisaré. Tengo un asunto entre manos… Puedes venir a buscar los diccionarios… (porque yo que carecía de textos, no tenía tampoco diccionario de griego, y el de latín, que conservaba del Bachillerato, era pequeño y malo: las traducciones las hacía siempre con Ena). Lo siento –continuó al cabo de un momento, con una sonrisa mortificada-, tampoco voy a poder presentarte los diccionarios… ¡Qué fastidio! Pero como se acercan los exámenes, no puedo dejar de hacer las traducciones por la noche… Tendrás que venir a estudiar a la Biblioteca… Créeme que lo siento, Andrea.
-No te preocupes, mujer.
Me sentía envuelta en la misma opresión que la tarde anterior. Pero ahora no era un presentimiento, sino la certeza de que algo malo había sucedido. Resultaba de todas maneras menos angustioso que aquel primer escalofrío de los nervios sentido cuando vi a Ena mirar a Román.
                                                                                              
La acción transcurre durante el curso 1939-1940, pero se producen algunos retrocesos temporales, basados en los recuerdos de sus otras estancias de Andrea en Barcelona, cuando iba a pasar los veranos a la casa de sus abuelos de la calle Aribau. (Podemos aplicar la cronología biográfica de Andrea a la autora, Carmen Laforet.)
           La narradora se sitúa en un pasado cercano a los hechos. Si acudimos a la biografía de la autora, podemos fecharlo en 1944, que es el periodo en que se escribió la novela.   El relato se presenta como una recopilación de recuerdos, narrados en un orden lineal. “Me sentía envuelta en la misma opresión que la tarde anterior”, “el de latín, que conservaba de Bachillerato”
Al estar escrita en primera persona, el punto de vista narrativo es el de la protagonista testigo. No es una protagonista que nos cuenta lo que hace, sino lo que va observando, lo que va ocurriendo a su alrededor; “ aquél primer escalofrío de los nervios sentido cuando vi a Ena mirar a Román” Pero la narradora utiliza también de manera ocasional un punto de vista omnisciente, para adelantar acontecimientos. “la certeza de que algo malo había sucedido” En otros momentos, la narradora se retira para dejar contar la historia a otros personajes. Otras veces explicita sus comentarios o reflexiones sobre lo que va escribiendo.
La escritura no es una mera reproducción de recuerdos, sino un ejercicio de memoria que reproduce el pasado con criterios selectivos; “ Me sentía envuelta en la misma opresión que la tarde anterior”. Las abundantes expresiones del tipo “entonces”, “en aquel tiempo”, marcan un distanciamiento más emotivo que cronológico: la Andrea que escribe se distancia de la Andrea que vivió la crisis de iniciación a la vida adulta. La propia escritura de la obra se convierte en un ejercicio de introspección, una narradora distanciada de los hechos, pasada ya la crisis  de la adolescencia, saca lecciones del pasado al mismo tiempo que lo recupera y lo narra; “Resultaba menos angustioso que aquel primer escalofrío”.
Tiene especial interés la frase que da título a la obra: “de la casa de la calle Aribau no me llevaba nada. Al menos, así lo creía yo entonces” Este “así lo creía yo entonces” deja abierta la interpretación de la obra ya que la narradora sugiere que la experiencia vivida marcó de alguna manera, aunque no nos lo quiere aclarar.
La estancia de la protagonista en Barcelona, se convierte en el ámbito existencial de una experiencia decisiva. El cambio espacial, el viaje, se vincula a un cambio existencial. La estancia en Barcelona es una experiencia vital decisiva, situada entre la infancia en Canarias y Madrid, donde se supone que la protagonista ha alcanzado su madurez personal. El marco espacial de la novela es muy concreto y reconocible. La obra comienza cuando la protagonista llega a Barcelona y termina cuando se marcha de ella. Casi toda la acción narrativa transcurre en espacios urbanos, salvo algunas excursiones fuera de la ciudad; “… en la Universidad
La autora no nos proporciona una visión realista, costumbrista, de la ciudad, sino subjetiva, impresionista. Las referencias a lugares de la ciudad son precisas, no muy detalladas, ni situadas en una época muy concreta.  La ciudad es un marco un tanto difuso y atemporal, con pocas alusiones a la vida cotidiana o descripciones del paisaje urbano. Detalles que podemos relacionar con la autora, es que a  Andrea no le gustaba pasear por la Barcelona de Gaudí y el modernismo, por rebeldía contra los gustos de su padre, al igual que Carmen Laforet, solía pasear por la Barcelona medieval. Aunque son escasas las referencias de las huellas de la guerra de la ciudad, hay abundantes referencias a la miseria y al hambre que reinaban en la ciudad; “ no tenía tampoco diccionario de griego”,  pero se trata de alusiones dispersas que carecen de un afán de crítica o de denuncia.
Es muy marcada la oposición entre los espacios interiores y los espacios exteriores. Los primeros representan el ámbito de la opresión, de la frustración, mientras que los exteriores adquieren connotaciones de libertad, felicidad. (cuanto más se aleja de la calle Aribau, más feliz es.) Los espacios interiores son sucios, sórdidos, en consonancia con la decadencia económica y moral de los familiares de Andrea. Dentro de la casa cada personaje proyecta su personalidad en su espacio propio, en su habitación. Andrea se refugia en su habitación, pero también en el cuarto de baño. Para ella, ducharse tiene un valor simbólico, el de protegerse y limpiarse la suciedad física y moral que la rodea. La autora quiere diferenciar y separar los dos espacios, y en el momento que siente que los dos espacios se relacionan siente miedo; “aquel primer escalofrío sentido cuando vi a Ena mirar a Román”. Los espacios exteriores, representan la liberación, la posibilidad de que Andrea lleve su propia vida lejos del asfixiante ambiente de la casa familiar.
La calle fascina a Andrea, que una chica paseara sola en esa época era algo extraño, contrario a las normas de comportamiento. Los espacios exteriores de la novela se dividen en dos ámbitos sociológicos: uno es perteneciente a la clase alta, son lugares donde se mueven los jóvenes de clase alta con los que se relaciona Andrea. Ella es consciente de las grandes diferencias que existen entre ambos ambientes y quiere mantenerlos separados; “cuando vi a Ena mirar a Román”. Los dos ámbitos entran en conflicto contacto a través de Román. Él es el nexo de unión entre el desquiciado núcleo familiar de la calle Aribau y la familia de Ena. Román es la fuerza maligna que corroe la familia de la calle Aribau, influencia perversa que pone en peligro la estabilidad de la familia de Ena.
Mientras los momentos pasados en el interior de la casa son días sin importancia, asociados a la tristeza y la nausea, los pasados con sus amigos son días incomparables asociados a la dicha; en este fragmento aparece reflejada la necesidad de Andrea de separar los dos mundos y de pasar tiempo con su amiga Ena, ya que son los únicos momentos en los que se siente feliz; “ me había acostumbrado tanto a estar con ella entre clase y clase que estaba desorientada”. En cuanto a las clases de la universidad, no se menciona mucho, esos silencios son expresión del escaso interés de Carmen Laforet por la vida académica.
Las ansias de libertad de la protagonista no se expresan, pues, mediante un discurso verbal, sino mediante transgresiones de los marcos espaciales que las normas de la época asignaban a una chica de su clase social.
                        Comentario realizado por Andrea Tejido

2/13/2011

NADA

   Parecía una casa de brujas aquel cuarto de baño. Las paredes tiznadas conservaban la huella de manos ganchudas, de gritos de desesperanza. Por todas partes los desconchados abrían sus bocas desdentadas rezumantes de humedad. Sobre el espejo, porque no cabía en otro sitio, habían colocado un bodegón macabro de besugos pálidos y cebollas sobre fondo negro. La locura sonreía en los grifos torcidos.
   Empecé a ver cosas extrañas como los que están borrachos. Bruscamente cerré la ducha, el cristalino y protector hechizo, y quedé sola entre la suciedad de las cosas.
   No sé cómo pude llegar a dormir aquella noche. En la habitación que me habían destinados se veía un gran piano con las teclas al descubierto. Numerosas cornucopias (algunas de gran valor) en las paredes. Un escritorio chino, cuadros, muebles abigarrados. Parecía la buhardilla de un palacio abandonado, y era, según supe, el salón de la casa.
   En el centro, como un túmulo funerario rodeado de dolientes seres (aquella doble fila de sillones destripados), una cama turca, cubierta por una manta negra, donde yo debía dormir. Sobre el piano habían colocado una vela, porque la gran lámpara del techo no tenía bombillas.
   Angustias se despidió de mí haciéndome en mi frente la señal de la cruz, y la abuela me abrazó con ternura. Sentí palpitar su corazón como un animalillo contra mi pecho.

Contexto histórico-literario del autor, la obra y el fragmento
La novela de posguerra
En los años veinte y treinta, la novela tuvo escaso desarrollo en España. Ortega y Gasset había teorizado que la novela realista, basada en un argumento y unos personajes, era un genero agotado, destinado a desaparecer. En su lugar se planteó la llamada novela deshumanizada, que privilegiaba los aspectos formales y reducía al mínimo el argumento y la intriga. Pero las tensiones sociales y políticas de los años treinta favorecieron que la novela se convirtiera en vehiculo de denuncia de las injusticias sociales.
En los años cuarenta el desolador clima de posguerra favoreció el auge de la literatura comprometida con los problemas sociales. Una de las corrientes fue el existencialismo, con su cuestionamiento del sentido de la existencia humana que tuvo enseguida repercusiones literarias.
La nausea de Paul Sastre y El extraño de Alberte Camus fueron novelas emblemáticas del existencialismo.
Otra de las corrientes fue el neorrealismo, que tuvo especial desarrollo en Italia. En España, el existencialismo y el realismo social tuvieron una importante repercusión en todos los géneros literarios.
Entre 1940 y 1950 se produce un auge cuantitativo de la novela.
Podemos afirmar que Carmen Laforet es una escritora aislada, que no se puede adscribir a ningún grupo o escuela literaria.

Carmen Laforet (1921-2004)
Carmen Laforet nació en 1921 en Barcelona, en casa de su abuela materna, en la calle Aribau, nº 36, la misma casa a la que volverá en 1939 y que le inspirara los escenarios domésticos de su novela Nada. En 1923, la familia se traslada a Las Palmas de Gran Canaria por necesidades profesionales de su padre. El padre era culto y tenia en casa una buena biblioteca que Carmen utilizo desde niña. También era deportista, afición que transmitió a sus hijos.
En Nada podemos encontrar algunas de esas características en Román, y probablemente también en el padre de Ena, que es canario.
La madre de la escritora, era de origen humilde. Se caso a los 18 años y murió a las 33 en Canarias, cuando Carmen tenia 13 años.
Poco después de la muerte de su esposa, el padre volvió a casarse. Carmen tuvo muy mala relación con su madrastra, ya que, trataba de impedir toda relación entre Carmen y su padre. El anhelo de recuperar la felicidad familiar marcará  la vida de la novelista y dejará huella en sus obras.
En 1939 Carmen decide irse de casa para alejarse de  su madrastra. En aquella época eran muy pocas las chicas que estudiaban carreras universitarias. Eligió Barcelona donde podría alojarse en casa de su abuela y sus tíos, en la calle Aribau. Se matriculó en Filosofía y Letras, pero sólo llegó a aprobar el primer curso. Tres años después se marchó a Madrid, donde se matriculo en Derecho, pero tampoco acabó la carrera.
En 1943, de enero a septiembre, a los 22 años, empezó a escribir Nada en Madrid. La presentó al premio Nadal, que se convocaba por primera vez en 1944 y lo gano de manera inesperada. En 1946 se caso con el periodista y escritor Manuel Cerezales
En 1951 sufrió una crisis espiritual que la llevó a recuperar su fe católica, que la inspiraría su novela La mujer nueva. Dos años después, una nueva crisis la hizo abandonar  el catolicismo. En 1970 se separó de su marido y comenzó una vida errática y solitaria. Se obsesionó por perfeccionar su escritura y rehacía sus obras constantemente. De las obras que tenía proyectadas solo llegó a publicar La insolación. Su siguiente novela, titulada Al volver la esquina, estuvo a punto de publicarse. Finalmente fue publicada por sus hijos en 2004, poco después de la muerte de escritora.
Su actitud de no conceder entrevistas y limitar sus relaciones sociales a sus amigos íntimos y familiares, la creo una fama de autora un tanto misteriosa y solitaria.


  La importancia del fragmento radica en que Andrea se siente profundamente frustrada por la primera impresión que se ha llevado de la que un día fue su casa, pues la de ahora en nada se asemeja a la de entonces. Ve la casa en una situación tan desoladora y destartalada que su única salida es la ducha, que la relaciona con una forma de limpiarse su alma y su mente.
Después, al acostarse, su tía le hace la señal de la cruz en la cara a modo de despedida, gesto que denota su “aparente” profunda religiosidad.

  Todas las expectativas que tenia Andrea al llegar a Barcelona para estudiar letras en la Universidad se truncan cuando entra en casa de su familia en la calle Aribau, pues no reconoce nada de lo que ve con respecto a su niñez. Esta es la razón por la cual ella se siente tan mal consigo mismo y recurre a la ducha como modo de limpiarse y purificarse.
Su tía le hace la señal de la cruz en la frente a modo de protección, un gesto que en un ambiente tan desolador como la protagonista lo describe puede quedar desubicado o adquirir un valor negativo. Este hecho no es más de un ligero anticipo de lo que luego tendrá que soportar Andrea por parte de su tía y su escrupulosa religiosidad.

   Su primera sensación sobre la casa irá en aumento y la tensión crecerá enormemente entre los miembros de su familia. Andrea se sentirá oprimida mientras esté en casa de su familia y desubicada en todo momento. Por tanto, deseará salir de aquel lugar cuanto antes y desvincularse de él todo lo posible. En una consecuencia más alejada temporalmente, Andrea marcha de Barcelona rumbo a Madrid en busca de aquello que, directa o indirectamente, se le ha negado en la calle Aribau.
Su tía Angustias intentará convencer a la protagonista de que la virtud de una mujer está en ser formal y muy religiosa, concepción que ni puede ni quiere asimilar Andrea y por la cual será objeto de constante vigilia y represión por parte de su tía.

Comentario realizado por Laura Peña y Borja Calderón


3-Mecanismos de cohesión más significativos presentes en el texto
    El tema principal de este fragmento es el desencanto del que es objeto la protagonista al contemplar la casa de sus parientes, que ha perdido cualquier atisbo de gloria de su pasado. Este hecho se observa en todas y cada una de las descripciones que Andrea hace del espacio que la rodea, “Parecía una casa de brujas aquel cuarto de baño. Las paredes tiznadas conservaban la huella de manos ganchudas, de gritos de desesperanza. Por todas partes los desconchados abrían sus bocas desdentadas rezumantes de humedad”. Cabe destacar que el desencanto es un tema previa confluencia de otros dos: la soledad, pues Andrea experimenta esta sensación nada más llegar a “su casa”, y la libertad, que será un tema fundamental de la obra y que guiará a la protagonista en sus andaduras por Barcelona.
  Observamos un rema en el fragmento, “Las paredes tiznadas conservaban la huella de manos ganchudas…”, con su correspondiente tema, “…y quedé sola entre la suciedad de las cosas”, cuando Andrea comienza la descripción de una casa muy altamente indecorosa.
   También encontramos varios campos semánticos, como el de “muebles”: “escritorio”, “cama”. Sin embargo, destacan los campos semánticos de “cuarto de baño”, que es heterónimo de sus respectivos homónimos “espejo”, “grifo” y “ducha”, y también “habitación• que actúa como hiperónimo de “cuarto de baño” y “salón”. Todos ellos contribuyen aportando cohesión entre las distintas oraciones y descripciones del fragmento. Como campo asociativo destaca el de la nocturnidad, con palabras como “noche”, “dormir” o “cama”.
    En cuanto a los deícticos, destaca el pronombre yo, que designa a Andrea: la deixis la completarían construcciones preposicionales que con sitúan en el espacio, como “en la habitación”, “en el centro”, “sobre el espejo” o “sobre el piano”. Otras tienen valor anafórico, como “me”, que se refiere a yo en la expresión “que me habían destinado”.
  En cuanto a la entonación, predomina la enunciativa al tratarse de un texto puramente descriptivo excepto al final del fragmento, cuando Angustias la despide haciéndole la señal de la cruz y su abuela le abraza. Por tanto, no hay ni entonación interrogativa ni exhortativa. La entonación mantiene la unidad del texto.
    Son varios los sinónimos del texto, sobre todo textuales: Andrea identifica la casa de sus familiares con una “casa de brujas” y un “palacio abandonado”, esta última en clara referencia a los antiguos días de gloria de la vivienda. También son sinónimos textuales “la ducha” y el “cristalino protector hechizo”, ya que fuera del contexto del fragmento no tendrían sinonimia alguna. En cuanto a las repeticiones, destaca “paredes”, como expresión de lo ahogada que Andrea se siente en aquella casa, “piano”, el cual ahora solo sirve para posar una vela en clara alusión a los días en los que la casa era una propia de la burguesía y “negro”, como adjetivo negativo en alusión a lo macabro de esa casa y todo lo que a ella se refiere.
Comentario realizado por Borja Calderón

2/10/2011

El estilo en Nada

  Parecía una casa de brujas aquel cuarto de baño. Las paredes tiznadas conservaban la huella de manos ganchudas, de gritos de desesperanza. Por todas partes los desconchados abrían sus bocas desdentadas rezumantes de humedad. Sobre el espejo, porque no cabía en otro sitio, habían colocado un bodegón macabro de besugos pálidos y cebollas sobre fondo negro. La locura sonreía en los grifos torcidos.
  Empecé a ver cosas extrañas como los que están borrachos. Bruscamente cerré la ducha , el cristalino y protector hechizo, y quedé sola entre la suciedad de las cosas.
  No sé cómo pude llegar a dormir aquella noche. En la habitación que me habían destinado se veía un gran piano con las teclas al descubierto. Numerosas cornucopias –algunas de gran valor- en las paredes. Un escritorio chino, cuadros, muebles abigarrados. Parecía la buhardilla de un palacio abandonado, y era, según supe, el salón de la casa.
  En el centro, como un túmulo funerario rodeado de dolientes seres- aquella doble fila de sillones destripados- , una cama turca, cubierta por una manta negra, donde yo debía dormir. Sobre el piano habían colocado una vela, porque la gran lámpara del techo no tenía bombillas.
Angustias se despidió de mí haciéndome en mi frente la señal de la cruz, y la abuela me abrazó con ternura. Sentí palpitar su corazón como un animalillo contra mi pecho.

PREGUNTA 4: COMENTAR EL ESTILO DE LA OBRA Y SU APLICACIÓN RAZONADA AL FRAGMENTO.
A diferencia del estilo retórico de las novelas de la época. Nada tiene un estilo natural, con abundantes reflejos del habla coloquial en los diálogos. Sin embargo, en los fragmentos narrativos, la narradora utiliza un lenguaje lleno de recursos poéticos. Esa forma de escribir, entre realista y poética, se ajusta muy bien al tema de la novela, que se basa en una descripción cruda de la realidad desde una perspectiva intimista y sensible. En su momento, este estilo fue una novedad.
A menudo, la descripción de objetos, espacios, y animales no esta hecha de manera realista y detallada, como en las novelas naturalistas, sino dándoles valores simbólicos en los que los objetos se impregnan de los sentimientos de la narradora.
Se trata de un realismo impresionista basado en el punto de vista de la narradora. “No sé cómo pude dormir aquella noche”
También encontramos descripciones expresionistas, es decir, hechas desde una perspectiva distorsionada, en la que se proyecta la subjetividad de la narradora. “Parecía una casa de brujas aquel cuarto de baño”. Se trata de una escena fantasmagórica: “la locura sonreía en los grifos torcidos”.
Otras veces la realidad es vista con miradas de alucinación o pesadilla: “empecé a ver cosas como los que están borrachos”. La prosa contiene numerosos recursos literarios que le dan un tono poético. Abundan las sinestesias, en las que se mezclan sensaciones: “gritos de desesperanza”. Asimismo son frecuentes las personificaciones, metáforas y comparaciones: “sentí palpitar su corazón como un animalillo contra mi pecho”, “la locura sonreía en los grifos torcidos”, “abrían sus bocas desdentadas rezumantes de humedad”; todos estos con valor negativo y “la ducha, cristalino y protector hechizo” con valor positivo.
Un recurso destinado a degradar a algunos personajes es la animalización, que la autora utiliza con aquellos que le resultan antipáticos, En este caso no es así, ya que utiliza este recurso con su abuela con finalidad de protección, “sentí palpitar su corazón como un animalillo contra mi pecho”. También las cosas son comparadas con animales.
En algunos fragmentos encontramos imitaciones irónicas de los clásicos grecolatinos que la escritora estudiaba en la Universidad o la parodia del tópico ubi sunt. En algún caso la acumulación de figuras literarias clásicas produce una retórica excesiva. “Parecía una casa de brujas aquel cuarto de baño. Las paredes tiznadas conservaban la huella de manos ganchudas, de gritos de desesperanza, por todas partes los desconchados abrían sus bocas desdentadas rezumantes de humedad”.Este estilo tan poético, tan personal, es utilizado preferentemente en los fragmentos descriptivos.
Referente a la técnica narrativa, el uso de la primera persona comporta un solo punto de vista, el de la narradora: ”No sé cómo pude llegar a dormir aquella noche.” Sin embargo, Carmen Laforet introduce otros puntos de vista narrativa en algunos episodios.
Si en los fragmentos narrativos alterna el tono realista con el poético, en los fragmentos dialogados se manifiesta una clara intención de reflejar el lenguaje coloquial, reproduciendo las interrupciones, repeticiones, etc., propias de la lengua oral. Es una pena que en este fragmento no aparezca ningún dialogo para poder describir algún ejemplo.
Se adecua el registro lingüístico a la personalidad de cada personaje.
Por lo que se refiere a la presencia de la lengua catalana en Barcelona, Carmen Laforet apenas tenía precedentes literarios acerca de qué tratamiento dar al catalán en una obra escrita en castellano y ambientado en Cataluña. Podemos decir que, teniendo en cuenta los condicionantes de la época, solucionó el problema con gran acierto. En Nada el catalán tiene una cierta presencia que demuestra la voluntad de la escritora de reflejar la realidad lingüística catalana dentro de los estrechos límites impuestos por la dictadura franquista. En cualquier caso, la presencia del catalán en la novela es suficiente para dejar constancia de que se seguía utilizando en la vida catalana.
De vez en cuando, la narrativa deja constancia de que los personajes hablan en catalán. A veces, transcribe, de manera completa o fragmentaria, diálogos en catalán para referirse a realidades específicas de Cataluña o para reproducir el lenguaje afectivo. En definitiva, el uso del catalán indica que la autora lo conocía y lo apreciaba. Desde el punto de vista literario, esa presencia contribuye a crear una ambientación verosímil, próxima a la realidad cotidiana de la sociedad barcelonesa de la época.

Comentario realizado por Laura García Gato

2/05/2011

La casa de Bernarda Alba

TEXTO


Martirio: (Dramática.) ¡Sí! Déjame decirlo con la cabeza fuera de los embozos. ¡Sí! Déjame que el pecho se me rompa como una granada de amargura. ¡Le quiero!
Adela: (En un arranque, y abrazándola.) Martirio, Martirio, yo no tengo la culpa.
Martirio: ¡No me abraces! No quieras ablandar mis ojos. Mi sangre ya no es la tuya, y aunque quisiera verte como hermana no te miro ya más que como mujer. (la rechaza.)
Adela: Aquí no hay ningún remedio. La que tenga que ahogarse que se ahogue. Pepe el Romano es mío. Él me lleva a los juncos de la orilla.
Martirio: ¡No será!
Adela: Ya no aguanto el horror de estos techos después de haber probado el sabor de su boca. Seré lo que él quiera que sea. Todo el pueblo contra mí, quemándome con sus dedos de lumbre, perseguida por los que dicen que son decentes, y me pondré delante de todos la corona de espinas que tienen las que son queridas de algún hombre casado.
Martirio: ¡Calla!
Adela: Sí, sí. (En voz baja.) Vamos a dormir, vamos a dejar que se case con Angustias, ya no me importa. Pero yo me iré a una casita sola donde él me verá cuando quiera, cuando le venga en gana.
Martirio: Eso no pasará mientras yo tenga una gota de sangre en el cuerpo.
Adela: No a ti, que eres débil: a un caballo encabritado soy capaz de poner de rodillas con la fuerza de mi dedo meñique.
Martirio: No levantes esa voz que me irrita. Tengo el corazón lleno de una
fuerza tan mala, que sin quererlo yo, a mí misma me ahoga.
Adela: Nos enseñan a querer a las hermanas. Dios me ha debido dejar sola, en medio de la oscuridad, porque te veo como si no te hubiera visto nunca.
(Se oye un silbido y Adela corre a la puerta, pero Martirio se le pone delante.)
Martirio: ¿Dónde vas?
Adela: ¡Quítate de la puerta!
Martirio: ¡Pasa si puedes!
Adela: ¡Aparta! (Lucha.)
Martirio: (A voces.) ¡Madre, madre!
Adela: ¡Déjame!

1-Resumen.
Martirio reconoce que le gusta Pepe el Romano y rechaza a su hermana Adela porque ella siente lo mismo por dicho hombre. Esta jura que hará todo lo posible para que Pepe sea suyo y Martirio que impedirá que eso sea así mientras viva. Ambas reniegan de su condición de hermanas, sin embargo Adela va más allá, pues reconoce que ha mantenido relaciones con el Romano. Las dos luchan por él mientras Martirio pide la ayuda de su madre.


2-Comentario crítico.
El tema central de este fragmento es la oposición entre la autoridad y la libertad. Adela adquiere en papel de persona libre y pretende decidir cómo dirigir su vida en contraposición al papel encarnado por su hermana Martirio, que ante la ausencia de Bernarda toma en rol de esta mostrándose fuertemente autoritaria ante los deseos de su hermana pequeña.

Otros temas son, por ejemplo, el amor que sienten las dos hermanas por el mismo hombre y que les lleva a renegar de su parentesco desembocando en una profunda frustración, elemento neurálgico del mundo lorquiano.

Este fragmento está compuesto por dieciocho intervenciones: nueve de Adela y nueve de Martirio, es decir, para toda réplica hay una contrarréplica. Internamente está dividida en dos partes: la primera, constituía por la discusión de las hermanas, desde el principio hasta el silbido de Pepe el Romano; este momento constituye el punto de inflexión de este fragmento. La segunda parte sería el resto
Sin embargo, la primera parte estaría dividida a su vez en dos: la primera hasta que Martirio dice “calla”, pues a partir de ahí Adela toma la posición de darle la razón a su hermana para que la deje en paz aunque siga pensando en hacer lo mismo.

La actitud de Lorca es clara: se posiciona a favor de las mujeres de España, consideradas seres marginales sin derechos en contraposición a los hombres, que son los “seres superiores”, influido quizás también por su homosexualidad. Lorca crítica esta situación marginal que viven las mujeres y se pone a favor de todas las minorías en general.

Su intención es hacer ver al lector la difícil situación por la cual se ha de regir la vida de la mujer mediante una trágica coyuntura en que se debaten desesperadamente la muerte y la vida, el pasado, que pesa, y el Porvenir, que exige. Presenta a Adela como la “Libertad” y a Martirio como la “Tradición”, normalmente encarnada por su madre Bernarda. Como Lorca aspiraba a conseguir la libertad, se deduce que el propio autor se identifica con Adela, es decir, se siente atado a las discriminaciones de las que son objeto las minorías.

Es un texto teatral, dramático e hiperbólico: dramático porque aunque es una tragedia (pues el odio de las dos hermanas es patente y desembocará en la muerte) está escrito en prosa y no presenta coros. Además, para Lorca la tragedia comportaba elementos míticos, recuérdese la tragedia griega, ausentes en esta obra. A parte, el realismo del lenguaje y ciertas expresiones cómicas hacen que sea un drama (como firmó el autor) y no una tragedia, aunque hoy en día se considere que tiene partes de ambos estilos; hiperbólico porque Lorca generaliza una situación que vive una familia andaluza a toda España.
El diálogo es sobrio, presenta numerosos sobrentendidos y segundas intenciones tal y como demuestran las intervenciones de los diferentes personajes. Etas son cortas, tomando así forma de réplica y contrarréplica, excepto algunas que aspiran a concluir el diálogo y son algo más largas. El estilo del diálogo es directo, pues las palabras de los personajes aparecen citadas literalmente. Esto permite caracterizar a los personajes y saber en todo momento quién está hablando. En cuanto a las acotaciones, señalan momentos importantes, como por ejemplo, la llegada de Pepe el Romano mediante su característico silbido.

Me parece acertada la forma de exponer un diálogo tan eléctrico y vivo como el que mantienen con forma de réplica y contrarréplica, lo cual contribuye a dar ritmo al fragmento aumentando la sensación de tensión propia de la situación y también las metafóricas intervenciones de Adela.
En cuanto al contenido, el tema de las relaciones extramatrimoniales sobre el que debaten Adela y Martirio me parece un tema arcaico para los tiempos que corren, aunque en la década de los 30’ la mujer debía llegar virgen al matrimonio.

3-Análisis del registro lingüístico.
En este fragmento se produce la mezcla del registro culto y el coloquial: culto, porque hay función poética debido a las numerosas metáforas sobretodo en las intervenciones de Adela; coloquial, porque es un registro muy subjetivo en el que abunda la función expresiva, por la abundancia de exclamaciones y por las órdenes de Martirio para dar naturalidad (lenguaje coloquial) al fragmento. También hay un diminutivo, casita, que simboliza los deseos de Adela de marchar de esa casa y tener algo con Pepe por muy pequeño que pueda ser.

En cuanto a la sintaxis, predomina la subordinación sobre otras estructuras sintácticas aunque también hay bastante coordinación y yuxtaposición.

El diálogo se expresa en un estilo directo, propio de toda obra dramática, pues aparece citado lo que cada personaje dice literalmente sin intervención de un narrador. Este estilo no transmite de primera mano las palabras de los personajes a los que reconocemos en sus intervenciones.

Pocas son las expresiones que no tienen un significado connotativo: aunque también hay denotativo, como en la cuarte intervención de Adela (Sí, sí. Vamos a dormir, vamos a dejar que se case con Angustias, ya no me importa. Pero yo me iré a una casita sola donde él me verá cuando quiera, cuando le venga en gana.), este no es el más abundante. Se observa que la mayor parte de las intervenciones se construyen con metáforas que implican un significado connotativo: por ejemplo, Martirio dice “Déjame decirlo con la cabeza fuera de los embozos” admitiendo que le gusta Pepe el Romano sin ocultarlo, “Mi sangre ya no es la tuya” rechazando el parentesco con su hermana por amar al mismo hombre, “Eso no pasará mientras yo tenga una gota de sangre en el cuerpo” queriendo decirla que ella no se verá más con Pepe mientras siga viva.
Por parte de Adela, son también varias las metáforas; “Él me lleva a los juncos de la orilla” admitiendo que ya ha mantenido relaciones sexuales con él, “Quemándome con sus dedos de lumbre” admitiendo que es consciente de las críticas a las que se va a ver sometida en el pueblo por ser la querida de un hombre casado (cabe destacar que “sus dedos de lumbre” tiene un significado muy importante, porque la Inquisición señalaba a los herejes y los quemaba en la hoguera) o “La corona de espinas” relacionada con la metáfora anterior, pues sabe que será marcada como Jesucristo y quizás sacrificada como él.
Los nombres también poseen significados connotativos: Martirio es físicamente defectuosa y su vida es “un martirio” porque no encuentra al hombre que la ame; Adela significa “de naturaleza noble”, es joven y espontánea y la más apasionada (por su juventud) de todas las hermanas.

Los símbolos que se encuentran en este fragmento son también de un alto valor connotativo: el agua, que queda reflejada cuando Adela dice “Él me lleva a los juncos de la orilla”, posee aquí un fuerte carácter sexual porque en el río el agua fluye y no está estancada. Con otro sentido distinto Adela dice “La que tenga que ahogarse que se ahogue”, pues aquí el agua tendría un significado negativo, de muerte al estar estancada.

4-Contexto histórico-literario.
Como espectáculo que es el teatro, pesaban sobre él unos condicionamientos comerciales muy fuertes: eran propiedades de empresarios, los cuales debían tener en cuenta los gustos del público para así ganar dinero.
Esto tenía dos consecuencias: en el terreno ideológico, eran escasas las posibilidades de hacer un teatro que fuese más allá de la capacidad de autocrítica del pueblo. En el terreno estético, hubo fuertes resistencias ante las experiencias que se salieran de lo tradicional.
Por todo ello, todos los autores que no respondieran a las condiciones imperantes tendrían dos opciones: claudicar ante tales condiciones o resignarse a que su producción quedase relegada a la “lectura minoritaria.”
Esto explica que el teatro del siglo XIX se clasifique en dos grupos: el que triunfa y el que pretende innovar, aportando nuevas técnicas y nuevos enfoques ideológicos.

Lorca volvía continuamente sobre sus obras para retocarlas, por eso a veces se asigna un mismo título a fechas distintas.
Su teatro se divide en tres períodos: los tanteos de los años 20, la experiencia vanguardista de principios de los años 30 y la etapa de plenitud de sus últimos años.
Su primer éxito llega con María Pineda, una heroína ajusticiada en Granada por haber bordado una bandera liberal.
Durante sus primeros años Lorca experimenta con distintas formas y registros.
A partir de aquí Lorca sufre una doble crisis vital y estética tras el éxito de su Romancero gitano en 1928. En lo vital, la crisis tiene que ver con la homosexualidad del poeta: en lo estético, ciertas críticas le hacen replantearse los fundamentos de su creación y la necesidad de buscar un nuevo lenguaje: le afectan especialmente las opiniones de sus amigos Dalí y Buñuel; Lorca adoptará el influjo surrealista de sus dos amigos y desatará la imaginación y el lenguaje.
Lorca pasó cinco años desarrollando ese “teatro imposible”, que le llevará a dar un giro decisivo: intentará hermanar rigor estético y alcance popular.
En casi todas estas obras la mujer ocupa un puesto central, hecho que revela la sensibilidad del poeta ante la condición de mujer en la sociedad tradicional: fruto de esta concepción son sus obras Bodas de sangre, Yerma, Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores. Su obra culminante fue La casa de Bernarda Alba publicada en 1936.

La importancia de este fragmento recae en los dos momentos realmente notables del mismo: Martirio reconoce por fin que ama a Pepe el Romano y Adela se siente en la cumbre de su desesperación y se declara en rebeldía.

Las causas que preceden a estas manifestaciones son las siguientes: Martirio había robado un retrato que Angustias tenía de Pepe el Romano, y es tanta la angustia que Martirio siente que al final acaba reconociendo que está enamorada de Pepe, tal vez por la presión de una tensa situación que iba en progresión ascendente; por su parte, Adela se siente realmente frustrada por no poder llevar a cabo los planes con su amado, pues pese a que la quiere se casará con Angustias por la herencia recibida tras la muerte de su padrastro. Sin embargo, es la única persona que aún no se ha resignado a vivir bajo el yugo de su madre y fruto de esto se declara en rebeldía.

Las consecuencias serán drásticas: Adela romperá el bastón de su madre Bernarda, simbolizando la pérdida de la asfixiante autoridad de la matriarca y el estado de rebeldía absoluta al que se acoge la muchacha. Martirio odiará hasta el extremo a su hermana por ser la mujer a la que Pepe ama, hecho que quedará patente cuando dice “Adiós a Pepe el Romano” justo después de que Bernarda le dispare con la escopeta con el propósito de hacer daño a su hermana pese a que este había salido ileso: debido a este comentario, Adela se sentirá profundamente frustrada por la pérdida de su amado y se suicidará.


Comentario realizado por Borja Calderón