2/05/2023

Estilo del fragmento de La casa de Bernarda Alba

  

Lorca cultivó el teatro durante su vida y fue al final cuando se convirtió en su actividad principal. Su teatro posee una dimensión humana y una dimensión estética. La casa de Bernarda Alba es su última obra. Es un drama andaluz poético, sin versos y es la escenificación extrema de las mujeres de una familia andaluza. 
 
            Los símbolos más característicos son el agua y el color. En este fragmento el agua estancada hace referencia a la muerte, concepto muy utilizado por Lorca en sus obras: “Pueblo sin río, pueblo de pozos, donde siempre se bebe el agua con el miedo de que esté envenenada”. En otros momentos el agua en movimiento aporta el significado de sexualidad y vida. Lorca nos hace comprender que un pueblo sin ríos, sin fuente, es un pueblo oscurecido en el que cada casa es un mundo turbio y escondido para sus vecinos. 
 
        También aparece el color como símbolo recurrente por Lorca. El blanco y el negro son los colores principales. El blanco significa pureza y virginidad, mientras que el negro representa la muerte, la tristeza, el luto debido al fallecimiento del marido de Bernarda. Por este motivo ella rechaza el abanico de colores que le entrega Adela como símbolo de rebeldía y de falta de respeto ante el luto de su padre.  
 
        En cuanto al lenguaje dramático, para que el drama sea poético no hace falta versos, a través del lenguaje se consigue la individualización de los personajes y el diálogo está perfectamente fundido con la acción: (arrojando el abanico al suelo)”, ¿Es este el abanico que se le da a una viuda?”. En esta obra se emplea el lenguaje andaluz en su esencia, un lenguaje poco realista cargado de sentimientos dobles: “Haceros cuenta que hemos tapado con ladrillos puertas y ventanas”. Al comienzo de cada acto se observa el cambio que sufre el lenguaje. Este fragmento pertenece al primer acto, por lo que el valor connotativo del lenguaje aumenta lento y gradual. A medida que el acto avanza aumenta la tensión y la tragedia de la obra hasta llegar al desastre final. 
Saúl Martínez