David Trueba nos presenta un texto, dividido en tres párrafos,
en la que explica de manera reiterada el futuro de nuestros jóvenes. Un futuro
marcado por la incertidumbre y el pesimismo. Debido a esto último podríamos
tildar al texto de subjetivo, cargado de una dosis de pretendida objetividad
que puede llevarnos al error. Analizándolo detenidamente podemos encontrar una
gran variedad de adjetivos entre los que destacan los valorativos, que aportan
una visión personal al texto: “desolador”, difícil”. También hay adjetivos
especificativos y descriptivos para respaldar la pretendida objetividad “adquiridos”,
“españoles”, ya que su uso reside en informar. Otra de las características más
destacables de la forma es el registro estándar, el cual es muy útil para
llegar a un mayor número de lectores.
En cuanto al contenido, podemos destacar una gran preocupación
ya que, como bien dice el autor, los jóvenes son el futuro del país. Yo que,
como ellos, también soy joven tengo consciencia de ello, de cuánta
responsabilidad acarrea y de cuán poco apoyo recibimos por parte del Gobierno
que no hace más que poner trabas a nuestra educación y a nuestro futuro. Aun
así no nos desanimamos y seguimos luchando por un país mejor. Seguimos luchando
testarudamente por aquello que nos llena y nos apasiona, para poder ejercer
nuestra carrera, porque queremos superarnos. Porque merecemos ser escuchados y
somos el cambio.
En conclusión, los jóvenes ya no sólo somos piezas que ayudan al
reemplazo generacional, ahora somos el futuro, cargado de ilusión y esperanza.
Ariana Pérez