Machado es un poeta antirretórico de la generación del 98 que destaca por crear escenas impresionistas con sus poemas, representando realidades en lugar de acciones.
El léxico que utiliza en este poema hace referencia, la mayoría de las veces, a elementos naturales (“primavera”, “ramas”, “hierba”). Los verbos que aparecen son muy escasos en comparación, por ejemplo, con los adjetivos. De esta forma, Machado consigue transmitir todo lo que ve haciendo una descripción del paisaje (“grises peñas”, “mulas pardas”). En este caso, es una suposición sobre la primavera soriana ya que lo escribe desde Andalucía. En varias ocasiones se refiere a Leonor, ya fallecida (“al alto Espino donde está su tierra…”). Y además, existe la adjetivación connotativa que facilita la expresión de sentimientos de Machado (“tarde azul", “acacias desnudas”).
El poeta recurre frecuentemente a recursos estilísticos para dar más variedad a sus obras. En esta, se pueden encontrar varias interrogaciones retóricas con el objetivo de hacer reflexionar al lector, de hacerle pensar si queda esperanza (“¿Tienen los viejos olmos / algunas hojas nuevas?”). También hace uso de exclamaciones mostrando su aprecio por las tierras de Aragón (“¡Oh mole del Moncayo blanca y rosa,”). Como ejemplo de figura literaria, la sinestesia “Primavera dulce” provoca sentimientos positivos hacia esta estación por lo que aunque la espera sea larga como menciona anteriormente, va a merecer la pena.
Por último, respecto a la métrica, Machado emplea versos heptasílabos y endecasílabos manifestando la tradición culta. Son por lo tanto versos de arte menor y mayor respectivamente. Aparece la rima asonante cuyo esquema métrico es: aBAAba-... Y se trata de una silva arromanzada.
Diana.