ESTRUCTURA DE LA OBRA Y VALOR
DEL FRAGMENTO EN ELLA:
Cuando no quedaba nadie en la plaza,
sacaron a Paco y a otros dos campesinos de la cárcel, y los llevaron al
cementerio, a pie. Al llegar era casi de noche. Quedaba detrás, en la aldea, un
silencio temeroso.
El centurión, al ponerlos contra el
muro, recordó que no se habían confesado, y envió a buscar a mosén Millán. Éste
se extrañó de ver que lo llevaban en el coche del señor Cástulo. (Él lo había
ofrecido a las nuevas autoridades). El coche pudo avanzar hasta el lugar de la
ejecución. No se había atrevido mosén Millán a preguntar nada. Cuando vio a
Paco, no sintió sorpresa alguna, sino un gran desaliento. Se confesaron los
tres. Uno de ellos era un hombre que había trabajado en casa de Paco. El pobre,
sin saber lo que hacía, repetía fuera de sí una vez y otra entre dientes: «Yo
me acuso, padre..., yo me acuso, padre...». El mismo coche del señor Cástulo
servía de confesionario, con la puerta abierta y el sacerdote sentado dentro.
El reo se arrodillaba en el estribo.
Cuando mosén Millán decía “ego te absolvo”, dos hombres arrancaban al
penitente y volvían a llevarlo al muro. El último en confesarse fue Paco.
-En mala hora lo veo a usted -dijo
al cura con una voz que mosén Millán no le había oído nunca-. Pero usted me
conoce, mosén Millán. Usted sabe quién soy.
-Sí, hijo.
-Usted me prometió que me llevarían
a un tribunal y me juzgarían.
-Me han engañado a mí también. ¿Qué
puedo hacer? Piensa, hijo, en tu alma, y olvida, si puedes, todo lo demás.
-¿Por qué me matan? ¿Qué he hecho
yo? Nosotros no hemos matado a nadie. Diga usted que yo no he hecho nada. Usted
sabe que soy inocente, que somos inocentes los tres.
-Sí, hijo. Todos sois inocentes;
pero ¿qué puedo hacer yo?
-Si me matan por haberme defendido
en las Pardinas, bien. Pero los otros dos no han hecho nada.
Paco se agarraba a la sotana de
mosén Millán, y repetía: «No han hecho nada, y van a matarlos. No han hecho
nada». Mosén Millán, conmovido hasta las lágrimas, decía:
-A veces, hijo mío, Dios permite que
muera un inocente. Lo permitió de su propio Hijo, que era más inocente que
vosotros tres
La estructura de Réquiem
por un campesino español es una
rememoración que realiza el sacerdote, Mosén Millán, por un sentimiento de
culpabilidad, y se divide en secuencias de presente (el cura esperando para dar
la misa de réquiem) y de pasado (el cura rememora toda la vida de Paco, desde
el nacimiento, hasta su muerte). Las secuencias de pasado son ocho: El bautizo, La Jerónima,
Las cuevas, La aldea, La boda, La República, La guerra, siendo la
última la de la muerte; que es en la que se sitúa este fragmento.
La importancia de este fragmento radica en que es una
situación clave para el desarrollo de la obra, siendo el momento en el que el
verdadero protagonista es confesado, irónicamente, por su mejor amigo y
delator. Es ahí cuando Paco se muestra como inocente, aumentando el sentimiento
de culpabilidad del cura. Es por ese sentimiento por lo que Mosén Millán
rememora toda su vida durante la media hora de espera para la misa.
Una de las causas más importantes
que llevan a Paco a la situación final es la amistad que contrae desde pequeño
con el párroco del pueblo, el cual, a los siete años le lleva con él a dar la
extremaunción a un pobre moribundo que vive en unas cuevas de las afueras. Es
ese momento en el que Paco cambia su forma de pensar, ya que no cree posible
que haya gente que viva en esas condiciones y sin recibir ayuda alguna. Por lo
que el resto de su vida lo pasa intentando cambiarlo. Ideología que no es
compartida por Mosén Millán, y por ello, siendo también engañado, lo delata a
los falangistas (de parte del duque).
Las consecuencias finales a las que
lleva este fragmento son, principalmente, la muerte de Paco, la cual podemos
comprobar en el fragmento, ya que les confiesan y preparan para fusilarlos. Es
Mosén Millán, no solo quien delata a Paco, sino quien le confiesa antes de que
este muera. Provoca así un gran sentimiento de culpabilidad, lo que hace que
tras un año de su muerte, el cura esté rememorando toda su vida. No es que la
gente del pueblo y su familia no quisiera a Paco, sino todo lo contrario, no
acudieron al aniversario de su muerte para mostrar al cura la falta de
conformidad y apoyo ante lo ocurrido, ya que culpaban a Mosén Millán, y a los
ricos del pueblo; quienes insistían en pagar la misa para aminorar su propia
culpa.
Laura
Argüeso