Para Machado el descubrimiento de las tierras de Castilla supone enfrentarse con la realidad de España.
El paisaje se halla presente en esta composición y constituye el tema principal. A Machado le interesa la magia de una tierra tan áspera y monótona en gran parte de su naturaleza física: “en torno a Soria entre plomizos cerros”.
Se aprecian tres modos de enfocar el paisaje. Con una visión objetiva, es decir, simple amor a la naturaleza: “mira el Moncayo azul y blanco”. Machado describe su aridez y dureza: “y manchas de raídos encinares”. También lo contempla con una visión subjetiva que representa metafóricamente el pasado histórico mediante elementos del paisaje a través de imágenes guerreras que quedan convertidas en elementos esenciales que identifican el paisaje: “por donde traza el Duero su curva de ballesta”. Los elementos del paisaje se convierten en símbolo de realidades íntimas. Lo que hace el poeta es proyectar los diferentes elementos del paisaje: “y manchas de raídos encinares”.
La última manera de enfocar el paisaje es mediante la acción destructora del tiempo en la que predominan el lado oscuro del tiempo, su fuerza destructora, y se concibe al hombre como cambio sucesivo hacia la muerte. Por ello su poesía es nostálgica, elegíaca y dolorida: “voy caminando solo, triste, cansado, pensativo y viejo”. Siente estos sentimientos debido a la muerte de su mujer, Leonor.
En este poema Machado habla principalmente de sus recuerdos sobre las tierras de Castilla, sin embargo, él se encuentra en Andalucía: “por estos campos de la tierra mía”. Habla sobre Andalucía como una tierra triste y gris debido a la muerte de su mujer: “voy caminando solo, triste, cansado, pensativo y viejo”
