Las obras de Lorca suelen tratar temas como la frustración (presente en toda su obra) , el amor, la muerte,... No obstante, suele profundizar y resaltar el contraste que produce la contraposición de ideas muy distintas como la moral y el instinto o la realidad y la imaginación (“Con la cabeza y las manos llenas de ojos cuando se trata de lo que se trata”).
En este fragmento se aprecia una cuestión moral, ya que Adela está enamorada del prometido de su hermana y la Poncia, su criada, la reprende ya que lo que está haciendo no es para nada correcto. Esto se puede entender como una contraposición entre el bien y el amor: moralmente Adela no debería querer al prometido de su hermana, sin embargo, el amor no entiende de esquemas por lo que choca frontalmente lo que desea con lo que está bien visto (“Deja en paz a tu hermana y si Pepe el Romano te gusta te aguantas”).
Por otro lado, también trata la frustración que sufre Adela, se aprecia cómo Adela desea algo y dentro de ella hay algo que la convence de que lo va a conseguir, aunque al final, la vida le abre los ojos y acaba siendo presa de la frustración más amarga. Es una confrontación directa entre la realidad y la imaginación, la mente humana no tiene límites y dentro de nuestra imaginación podemos vivir miles de historias, no obstante, la vida nos da un choque de realidad y pone frenos a esa imaginación para hacernos ver la cruda y amarga realidad (“¡Mata esos pensamientos!”)
En resumen, trata sobre la frustración que vive Adela tras enfrentar sus anhelos ante la realidad y ver que tanto moralmente como realmente la cosa va a acabar mal. Es una contraposición constante de lo que disfrutamos contra lo que la vida nos tiene preparado, que no suele ser plato de buen gusto, desembocando siempre en una frustración que se enraíza en nosotros.
Tudor León