Acto tercero
Cuatro paredes
blancas ligeramente azuladas del patio interior de la casa de Bernarda. Es
de noche. El decorado ha de ser de una perfecta simplicidad. Las puertas,
iluminadas por la luz de los interiores, dan un tenue fulgor a la escena. En el
centro, una mesa con un quinqué, donde están comiendo Bernarda y sus
hijas. La Poncia las sirve. Prudencia está sentada aparte.
(Al levantarse el telón hay un gran silencio, interrumpido por el ruido de platos y cubiertos.)
Prudencia: Ya me voy. Os he hecho una visita larga. (Se levanta.)
Bernarda: Espérate, mujer. No nos vemos nunca.
Prudencia: ¿Han dado el último toque para el rosario?
La Poncia: Todavía no.
(Prudencia se sienta.)
Bernarda: ¿Y tu marido cómo sigue?
Prudencia: Igual.
Bernarda: Tampoco lo vemos.
Prudencia: Ya sabes sus costumbres. Desde que se peleó con sus hermanos por la herencia no ha salido por la puerta de la calle. Pone una escalera y salta las tapias del corral.
Bernarda: Es un verdadero hombre. ¿Y con tu hija...?
Prudencia: No la ha perdonado.
Bernarda: Hace bien.
Prudencia: No sé qué te diga. Yo sufro por esto.
Bernarda: Una hija que desobedece deja de ser hija para convertirse en una enemiga.
Prudencia: Yo dejo que el agua corra. No me queda más consuelo que refugiarme en la iglesia, pero como me estoy quedando sin vista tendré que dejar de venir para que no jueguen con una los chiquillos. (Se oye un gran golpe, como dado en los muros.) ¿Qué es eso?
Bernarda: El caballo garañón, que está encerrado y da coces contra el muro. (A voces.) ¡Trabadlo y que salga al corral! ( En voz baja.) Debe tener calor.
(Al levantarse el telón hay un gran silencio, interrumpido por el ruido de platos y cubiertos.)
Prudencia: Ya me voy. Os he hecho una visita larga. (Se levanta.)
Bernarda: Espérate, mujer. No nos vemos nunca.
Prudencia: ¿Han dado el último toque para el rosario?
La Poncia: Todavía no.
(Prudencia se sienta.)
Bernarda: ¿Y tu marido cómo sigue?
Prudencia: Igual.
Bernarda: Tampoco lo vemos.
Prudencia: Ya sabes sus costumbres. Desde que se peleó con sus hermanos por la herencia no ha salido por la puerta de la calle. Pone una escalera y salta las tapias del corral.
Bernarda: Es un verdadero hombre. ¿Y con tu hija...?
Prudencia: No la ha perdonado.
Bernarda: Hace bien.
Prudencia: No sé qué te diga. Yo sufro por esto.
Bernarda: Una hija que desobedece deja de ser hija para convertirse en una enemiga.
Prudencia: Yo dejo que el agua corra. No me queda más consuelo que refugiarme en la iglesia, pero como me estoy quedando sin vista tendré que dejar de venir para que no jueguen con una los chiquillos. (Se oye un gran golpe, como dado en los muros.) ¿Qué es eso?
Bernarda: El caballo garañón, que está encerrado y da coces contra el muro. (A voces.) ¡Trabadlo y que salga al corral! ( En voz baja.) Debe tener calor.
FEDERICO GARCÍA
LORCA, La casa de Bernarda Alba
5.
Técnica dramática y aplicación razonada de sus elementos al texto.
Las técnicas dramáticas son recursos empleados por el
escritor para contar la historia pese a los condicionamientos del texto
teatral. Tendremos en cuenta tres aspectos: el espacio, el tiempo y las
acotaciones.
En esta obra toda la acción se nos ofrece en un
lugar cerrado, una parte de la casa de Bernarda: muros gruesos y blancos con
tres matices de luz y de color (blanquísimo, blanco y ligeramente azulado en
cada acto). Su efecto intensivo coincide con el de la acción. El poeta nos advierte que estos tres actos
"tienen la intención de un documento fotográfico", pero no parece muy
adecuado porque visualizamos conductas y factores morales. El espacio dramático lo componen los
diferentes lugares donde se desarrolla las situaciones que componen la acción, es
la casa de Bernarda, un lugar cerrado dedicado al luto y la ocultación,”
Cuatro paredes blancas ligeramente azuladas del patio interior de la
casa de Bernarda”, dentro de esta se distinguen dos espacios, uno
visible y otro no visible (el exterior) vedado por el luto impuesto por
Bernarda, solo el caballo puede salir en este fragmento “que salga al
corral” Conseguimos mayor
precisión del espacio gracias a las continuas acotaciones que aparecen en la
obra. El espacio cerrado de la acción impone al drama un diálogo cargado de
alusiones, reticencias, subtonos referentes a nociones y emociones como el “Igual”
Se nos incorporan espacios exteriores, como la iglesia, con personajes
complementarios de los que tenemos a la vista, como la familia de Prudencia.
Podemos diferenciar entre tiempo externo o de la historia
(época de los acontecimientos), principios del siglo XX y el tiempo interno
(estructura de la acción), en el que cada acto se presenta en un momento
diferente del día, en el tercer acto es de noche “una mesa con un
quinqué”. El tiempo
interno, el vivido por los personajes está muy acusado en esperas, recuerdos y
urgencias, en este caso el rosario, también aparece el calor sofocante que
abruma, pesa y enciende los deseos reprimidos, ahora como motivo del movimiento
y los golpes del caballo contra el muro.
Las acotaciones son comentarios decisivos sobre el
atuendo o la actitud de los personajes, sobre el espacio o el ambiente. En
nuestro fragmento encontramos 6 acotaciones:
“(Al levantarse el telón hay un gran silencio, interrumpido por el ruido de
platos y cubiertos.)”, “(Se levanta.)”, “(Prudencia se sienta.)”, (“Se oye un
gran golpe, como dado en los muros.)”, (A voces.)” y “(En voz baja.)”.
En conclusión, los tres aspectos de la técnica dramática
nos permiten contar la historia de una forma completa y adecuada pese a las
limitaciones o condicionamiento que genera el texto teatral, aclarando el
tiempo y el espacio de la obra y ayudándose de acotaciones.
Pablo González