2/15/2018

ESTRUCTURA DE LA OBRA Y VALOR DEL FRAGMENTO EN ELLA:

            Cuando no quedaba nadie en la plaza, sacaron a Paco y a otros dos campesinos de la cárcel, y los llevaron al cementerio, a pie. Al llegar era casi de noche. Quedaba detrás, en la aldea, un silencio temeroso.
            El centurión, al ponerlos contra el muro, recordó que no se habían confesado, y envió a buscar a mosén Millán. Éste se extrañó de ver que lo llevaban en el coche del señor Cástulo. (Él lo había ofrecido a las nuevas autoridades). El coche pudo avanzar hasta el lugar de la ejecución. No se había atrevido mosén Millán a preguntar nada. Cuando vio a Paco, no sintió sorpresa alguna, sino un gran desaliento. Se confesaron los tres. Uno de ellos era un hombre que había trabajado en casa de Paco. El pobre, sin saber lo que hacía, repetía fuera de sí una vez y otra entre dientes: «Yo me acuso, padre..., yo me acuso, padre...». El mismo coche del señor Cástulo servía de confesionario, con la puerta abierta y el sacerdote sentado dentro.
            El reo se arrodillaba en el estribo. Cuando mosén Millán decía “ego te absolvo”, dos hombres arrancaban al penitente y volvían a llevarlo al muro. El último en confesarse fue Paco.
            -En mala hora lo veo a usted -dijo al cura con una voz que mosén Millán no le había oído nunca-. Pero usted me conoce, mosén Millán. Usted sabe quién soy.
            -Sí, hijo.
            -Usted me prometió que me llevarían a un tribunal y me juzgarían.
            -Me han engañado a mí también. ¿Qué puedo hacer? Piensa, hijo, en tu alma, y olvida, si puedes, todo lo demás.
            -¿Por qué me matan? ¿Qué he hecho yo? Nosotros no hemos matado a nadie. Diga usted que yo no he hecho nada. Usted sabe que soy inocente, que somos inocentes los tres.
            -Sí, hijo. Todos sois inocentes; pero ¿qué puedo hacer yo?
            -Si me matan por haberme defendido en las Pardinas, bien. Pero los otros dos no han hecho nada.
            Paco se agarraba a la sotana de mosén Millán, y repetía: «No han hecho nada, y van a matarlos. No han hecho nada». Mosén Millán, conmovido hasta las lágrimas, decía:
            -A veces, hijo mío, Dios permite que muera un inocente. Lo permitió de su propio Hijo, que era más inocente que vosotros tres

            La estructura de Réquiem por un campesino español es una rememoración que realiza el sacerdote, Mosén Millán, por un sentimiento de culpabilidad, y se divide en secuencias de presente (el cura esperando para dar la misa de réquiem) y de pasado (el cura rememora toda la vida de Paco, desde el nacimiento, hasta su muerte). Las secuencias de pasado son ocho: El bautizo, La Jerónima, Las cuevas, La aldea, La boda, La República, La guerra, siendo la última la de la muerte; que es en la que se sitúa este fragmento.

            La importancia de este fragmento radica en que es una situación clave para el desarrollo de la obra, siendo el momento en el que el verdadero protagonista es confesado, irónicamente, por su mejor amigo y delator. Es ahí cuando Paco se muestra como inocente, aumentando el sentimiento de culpabilidad del cura. Es por ese sentimiento por lo que Mosén Millán rememora toda su vida durante la media hora de espera para la misa.
            Una de las causas más importantes que llevan a Paco a la situación final es la amistad que contrae desde pequeño con el párroco del pueblo, el cual, a los siete años le lleva con él a dar la extremaunción a un pobre moribundo que vive en unas cuevas de las afueras. Es ese momento en el que Paco cambia su forma de pensar, ya que no cree posible que haya gente que viva en esas condiciones y sin recibir ayuda alguna. Por lo que el resto de su vida lo pasa intentando cambiarlo. Ideología que no es compartida por Mosén Millán, y por ello, siendo también engañado, lo delata a los falangistas (de parte del duque).
            Las consecuencias finales a las que lleva este fragmento son, principalmente, la muerte de Paco, la cual podemos comprobar en el fragmento, ya que les confiesan y preparan para fusilarlos. Es Mosén Millán, no solo quien delata a Paco, sino quien le confiesa antes de que este muera. Provoca así un gran sentimiento de culpabilidad, lo que hace que tras un año de su muerte, el cura esté rememorando toda su vida. No es que la gente del pueblo y su familia no quisiera a Paco, sino todo lo contrario, no acudieron al aniversario de su muerte para mostrar al cura la falta de conformidad y apoyo ante lo ocurrido, ya que culpaban a Mosén Millán, y a los ricos del pueblo; quienes insistían en pagar la misa para aminorar su propia culpa.
           


Laura Argüeso